El 8 de octubre, el pueblo annobonés se reunirá para celebrar el Día Nacional del Kiskabelu, una fecha profundamente arraigada en la historia y la cultura de Annobón. En esta ocasión, la jornada, que se considera un símbolo de unión, solidaridad y paz, cobra un significado aún más especial en el contexto crítico que atraviesa la República de Annobón.
El Kiskabelu, un modesto asiento de madera presente en cada hogar annobonés, es mucho más que un simple objeto. Desde tiempos inmemoriales, ha sido testigo de conversaciones familiares, decisiones comunitarias y momentos de reflexión. En las casas, es el lugar donde se comparte la comida, se transmiten historias y se educa a los más jóvenes en las tradiciones de su pueblo.
En la lucha por la independencia de Annobón, el Kiskabelu se ha transformado en un emblema de resistencia y fortaleza. Es un recordatorio de la identidad y dignidad del pueblo annobonés, que ha enfrentado siglos de opresión, explotación y desastres naturales sin perder su esencia. El Kiskabelu ha sido y sigue siendo un faro de esperanza, un símbolo de la unidad y la perseverancia de una comunidad que, pese a los desafíos, mantiene viva su búsqueda de libertad y justicia.
Este año, la celebración del Día Nacional de Kiskabelu llega en un momento particularmente tenso. El régimen de Teodoro Obiang Nguema Mbasogo en Guinea Ecuatorial mantiene secuestrados a treinta y siete annoboneses que se manifestaron en contra del uso de dinamita en la isla, una práctica devastadora para el medio ambiente y las viviendas de la comunidad. Este acto represivo ha generado un clima de incertidumbre y temor, pero también ha reforzado la determinación del pueblo annobonés de defender su tierra y sus derechos.
El Día Nacional de Kiskabelu no solo será una ocasión para celebrar la identidad y la cultura de Annobón, sino también para exigir al estado de Guinea Ecuatorial un diálogo sincero en el respeto de su soberanía y la liberación urgente de los detenidos. El pueblo y el gobierno de la República de Annobón llaman a una respuesta de solidaridad y comprensión por parte de todos los hijos de Palé, así como del resto del mundo, en un momento en que la paz y el entendimiento son más necesarios que nunca.
El Kiskabelu, como símbolo de la lucha por la independencia, trasciende las fronteras de Annobón y resuena en el corazón de cada annobonés. Es una fuente de inspiración y un recordatorio constante de que la unidad y la determinación pueden superar cualquier adversidad. En este 8 de octubre, el espíritu indomable de Annobón se celebrará una vez más, con la esperanza de que su llamado a la libertad y la justicia encuentre eco en todas partes.