Por Orlando Cartagena Lagar
24 de febrero de 2025.- Annobón sufre la embestida de un poder colonial maligno que sacude los cimientos de nuestra cultura e identidad, perpetuando siglos de sufrimiento. La ocupación de la isla por parte de los fang no es algo nuevo —tiene raíces en los antiguos conflictos de Basacato y Bilelipa contra los Boobé— y constituye la encarnación de un brutal neocolonialismo invasor y extranjero.
Desde la declaración unilateral de nuestra independencia —tras agotar todos los mecanismos de diálogo con el gobierno de Guinea Ecuatorial— se ha intentado justificar la presencia de los fang, ahora integrados con familias a sueldo. Sin embargo, desde la anexión forzada impuesta por la metrópoli, jamás ha existido en nuestra tierra una familia no annobonesa. La presencia fang en la isla responde a una obligación impuesta por el gobierno de Guinea Ecuatorial y no a una voluntad propia.
Esta situación, junto a otros hechos, refleja el abandono, la desconexión y el aislamiento de nuestro pueblo, anexionado a una constitución impuesta por un poder colonial franquista carente de legitimidad popular y ajeno a las diferencias culturales e históricas que nos separan de los habitantes del interior de Río Muni, con quienes nunca hemos tenido un vínculo legítimo.
Los fang y otros extranjeros, arribados en representación de la dictadura guineoecuatoriano, no son bienvenidos. Su incorporación masiva —incluida la llegada de quinientas delincuentes uniformados, ejecutores de un terrorismo extranjero— carece de arraigo y derechos. Todas las tierras, suelos, mares y aires que ocupen son ilegítimos y forman parte del patrimonio histórico, cultural, territorial y ancestral de Annobón.
La carencia de convivencia se evidencia en el comportamiento tribal de los fang, oriundos del interior de Río Muni, quienes imponen a la fuerza sus costumbres, lengua, conducta y pensamiento, concentrando el poder en su tribu y marginando a los annoboneses en ámbitos esenciales como el ejército, la policía, la diplomacia, la administración, la economía, la educación y el trabajo. Esta discriminación, fundamentada en diferencias culturales, históricas, territoriales, lingüísticas e incluso gastronómicas entre Annobón y Río Muni, ha relegado a nuestro pueblo a la condición de meros esclavos y vasallos del nuevo colonialismo fang.
Invadir territorios no es unión, ocupar lo ajeno no es paz y la dominación étnica jamás constituye justicia. Guinea Ecuatorial expulsó brutalmente a Annobón de la anexión colonial, y hoy los annoboneses luchamos por la supervivencia de nuestro pueblo, defendiendo con firmeza nuestra identidad histórica y cultural frente a incesantes invasores —primero colonizadores blancos y ahora los fang del interior de Río Muni—. No somos vecinos ni compartimos fronteras naturales; sin embargo, se nos ha forzado a convivir desordenadamente bajo una constitución carente de normas que rijan el comportamiento cívico y la educación. La defensa de nuestro territorio exige un cambio de actitud acorde con una vida compartida, en la que cada pueblo pueda desarrollarse libremente en su ambiente ancestral.
Todas las invasiones y agresiones han fracasado. Los pueblos prosperan en su tierra, aferrados a sus raíces, costumbres e historia, mientras se adaptan a los nuevos desafíos de la evolución humana y los avances de las sociedades modernas. Las prácticas del régimen guineoecuatoriano resultan obsoletas en un mundo que avanza hacia la autodeterminación de los pueblos. Annobón, sin luz, internet, agua corriente, hospitales ni colegios, pero con 500 extranjeros uniformados celebrando al son de Guinea Ecuatorial, es una señal alarmante de desigualdad y opresión. El temor al uso de teléfonos móviles en Annobón es una señal de debilidad e inseguridad.
Los colonos blancos aportaron educación, idioma e infraestructuras; en contraste, los colonos negros han traído violencia, agresividad, miseria y muerte.
Libertad, justicia y dignidad.
Atentamente,
(*) Orlando Cartagena Lagar es Primer Ministro de la República de Annobón.