La militarización de la isla de Annobón ha alcanzado niveles alarmantes. Según informaciones confirmadas por este medio, todos los viajes realizados últimamente desde el continente hacia tierra ambô tienen un único propósito: transportar armas. No llegan víveres, medicinas ni bienes esenciales para la población; sólo material armamentístico que refuerzan la ocupación militar del régimen de Malabo en territorio declarado soberano.
Hace ya algunos días que desde las 17.00, la ciudad de Palé se sumerge en un toque de queda no declarado, mientras dos vehículos militares -conocidos como “coches canguro”- patrullan las calles cargados de soldados armados. La presencia de estos efectivos, lejos de brindar seguridad, siembra el miedo y la desconfianza entre la población annobonesa, que vive en condiciones de aislamiento forzado.
A este clima opresivo se suma un hecho inquietante ocurrido en la noche del 25 de mayo, cuando, entre las 19.30 y las 20.00, un barco de color blanco sin identificación atracó en el desolado puerto de Annobón. En una isla sin suministro eléctrico, esa hora equivale al más profundo de los silencios nocturnos. Tras atracar, la embarcación apagó todas sus luces. Algunos habitantes llegaron a especular, con esperanza, que podría tratarse de una misión de ayuda o incluso de una visita de Ambô Legadu, pero esa ilusión se desvaneció rápidamente.
Lo más extraño fue el completo silencio militar ante la llegada del navío. Ni un solo movimiento. Al amanecer del 26 de mayo, el barco ya no estaba. Se había esfumado, como si nunca hubiese estado allí.
Esta no es la primera vez que un barco sospechoso aparece en las costas de la isla bajo el manto de la oscuridad, sin ninguna explicación ni consentimiento del legítimo gobierno de la República de Annobón. Los antecedentes y la opacidad del régimen de Obiang permiten sospechar lo peor: que Annobón está siendo utilizada como plataforma para el narcotráfico internacional.
La ruta del narcotráfico
La isla de Annobón, sometida a un férreo aislamiento por parte del régimen de Malabo, reúne todas las condiciones para transformarse en una base ideal para operaciones encubiertas de narcotráfico internacional. Su geografía remota en el Golfo de Biafra, el corte total de comunicaciones con el exterior, la militarización permanente y la ausencia de organismos de control independientes convierten a esta tierra en una zona gris, una especie de “agujero negro” fuera del radar de la comunidad internacional.
Los movimientos extraños en el puerto de Palé alimentan la sospecha de que el régimen de Obiang está utilizando Annobón para fines ilícitos. No es un caso aislado. Ya se han reportado viajes frecuentes que sólo traen armas a la isla, sin que lleguen alimentos, medicinas ni asistencia para la población. La presencia de patrullas armadas después del anochecer, el toque de queda de facto y el control absoluto del territorio por parte del ejército aumentan las alarmas.
En este contexto, la hipótesis de que Annobón se está utilizando como escala oculta para el narcotráfico que conecta América Latina con Europa cobra fuerza. Las mafias transnacionales buscan puntos fuera del escrutinio internacional para mover sus cargamentos, y el régimen de Guinea Ecuatorial -reconocido por su corrupción sistémica y su historial de impunidad- podría estar facilitando esta ruta a cambio de beneficios económicos o geopolíticos. Lo que ocurre en Annobón no es sólo un problema local: es una potencial amenaza para la seguridad regional e internacional.