La desgarradora historia de una niña de Guinea Ecuatorial, víctima de un inexistente sistema de salud y una sociedad marginalizada, expone las profundas miserias del régimen de Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, que suma más de cuatro décadas en el poder.
Una madre desesperada clama por ayuda, narrando cómo su hija, afectada por un tumor cerebral, ha sido desahuciada por un sistema de salud incapaz de ofrecerle el tratamiento necesario. En su recorrido por los hospitales, la niña fue rechazada en múltiples centros de salud, desde Sampaka hasta La Paz, donde le dijeron que debía ser evacuada al extranjero si deseaba recibir atención adecuada. Esta situación pone de manifiesto la falta de recursos, infraestructura y voluntad política para atender a los más vulnerables en Guinea Ecuatorial.
La crisis del sistema de salud en Guinea Ecuatorial no es un problema aislado, sino el resultado de la marginalidad y el abandono sistemático de la población bajo el régimen de Obiang. La riqueza petrolera del país contrasta brutalmente con la pobreza y la falta de servicios básicos para sus ciudadanos. Mientras las élites del país disfrutan de los beneficios de los recursos naturales, la inmensa mayoría de la población queda relegada a una subsistencia, sin acceso a una atención médica digna.
El caso de esta niña es un reflejo doloroso de una realidad más amplia: un régimen que, en lugar de proteger y cuidar a su gente, perpetúa la desigualdad y el sufrimiento. La comunidad internacional debe prestar atención a estas historias y ejercer presión sobre el gobierno de Obiang para que priorice la vida y el bienestar de su pueblo, antes de que más niños y familias sean víctimas de un sistema fallido.