El muro de Obiang construido para dividir Annobón

En el corazón de Annobón, entre el aeropuerto semiabandonado, el ayuntamiento y la iglesia, se alza una imponente muralla que traza una línea divisoria entre ciudadanos de primera y de segunda clase. Esta estructura, más que una simple barrera física, simboliza la segregación impuesta por el régimen de Guinea Ecuatorial, encabezado por Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, sobre la población nativa de la isla.

Dentro de esta demarcación se encuentra un campamento militar que alberga a unos trescientos soldados fang, parte de la estrategia del gobierno para mantener un control firme sobre los habitantes de la República de Annobón. Este campamento, situado estratégicamente, no solo sirve como base para la presencia militar, sino que también representa un recordatorio constante del poder opresivo del régimen.

Para los annoboneses, el impacto psicológico del muro es profundo. Aquellos que trabajan en los campos deben enfrentarse diariamente a esta barrera de 3 metros de altura, que no solo les separa físicamente de sus tierras, sino que también refleja la disparidad de derechos y oportunidades entre quienes residen dentro y fuera de su perímetro. Además, el lugar es un paso obligatorio para acceder al aeropuerto, por lo que todos los que transitan por allí son controlados, convirtiéndolo en una barrera ilegal que infunde terror a la población nativa.

La vida en ambos lados de la muralla es radicalmente diferente. Mientras que dentro del campamento militar los partidarios del régimen disfrutan de privilegios y acceso a recursos, fuera de sus muros los nativos enfrentan una realidad desoladora, marcada por la escasez de servicios básicos y la intimidación por parte de elementos del régimen que actúan como espías y agentes de coerción.

La construcción de este muro no solo representa una afrenta a la dignidad y los derechos humanos de los habitantes de Annobón, sino que también es un símbolo de la lucha continua por la independencia y la autodeterminación de la isla. En un contexto donde la historia de resistencia se entrelaza con la opresión contemporánea, la comunidad internacional debe prestar atención a este rincón olvidado de África y unirse en solidaridad con aquellos que buscan liberarse de las cadenas de la dictadura y construir un futuro de esperanza y dignidad.

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