Francisco Ballovera ha sido liberado, pero no es el mismo: El régimen lo ha destrozado

Francisco Ballovera: antes y después.

En esta imagen reciente, Francisco Ballovera aparece sostenido por dos compañeros. Necesita ayuda para caminar. Su cuerpo está visiblemente debilitado, su paso tembloroso, su rostro endurecido por el sufrimiento. Ya no es el escritor robusto, lúcido y sonriente que todos conocían. Es el reflejo viviente de las torturas físicas y psicológicas infligidas por el régimen de Teodoro Obiang Nguema Mbasogo.

Francisco fue arrestado el 22 de julio de 2024 en Malabo, tras intentar visitar a sus familiares annoboneses secuestrados en la isla de Annobón y trasladados forzosamente a Malabo, y recluidos en secreto.

Francisco fue detenido sin cargos, sin juicio y sin garantías procesales. Durante meses, permaneció en condiciones infrahumanas, incomunicado, sin acceso a abogados, médicos ni contacto familiar.

Francisco Ballovera (centro) junto con otros dos detenidos: Daniel Castellón y Diosdado Ballovera (médico cirujano).

Lo que el régimen ha liberado, sin embargo, no es a un hombre libre, sino a una víctima marcada por el sufrimiento. Francisco ya no puede caminar solo. Necesita apoyo físico para mantenerse en pie. Su estado de salud es crítico. No ha recibido ninguna atención médica especializada, ni ayuda psicológica, ni compensación alguna. El daño ya está hecho.

Mientras tanto, el Gobierno de Guinea Ecuatorial permanece en silencio. No ha respondido a las Naciones Unidas. No ha pedido disculpas. No ha abierto investigaciones. No ha ofrecido ninguna forma de reparación. La impunidad sigue siendo absoluta, y el pueblo de Annobón continúa viviendo bajo represión, censura, aislamiento y miedo.

Esta imagen no debe pasar desapercibida. Francisco representa a todos los annoboneses reprimidos, invisibilizados, castigados por levantar la voz. Su cuerpo agotado, su paso inseguro, su expresión apagada son prueba de una represión sistemática que sigue activa.

La comunidad internacional debe actuar con firmeza. No basta con declaraciones. Es hora de exigir justicia efectiva, reparación integral y garantías de no repetición. Es hora de mirar de frente lo que Guinea Ecuatorial intenta ocultar.

Porque el indulto no borra la tortura. Y la libertad sin justicia no es libertad.

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