Este 2025, España conmemora el 50 aniversario de la llegada de la democracia. Un logro innegable, fruto de la transición tras la dictadura franquista. Pero mientras se celebran cinco décadas de avances democráticos, el pueblo annobonés nos preguntamos: ¿Qué sucedió con nosotros? ¿Dónde quedó el compromiso de España con sus antiguas colonias?
Con la llegada de la democracia, España dio un giro hacia adentro, priorizando su reconstrucción política y social. En ese proceso, Annobón y otras regiones de Guinea Ecuatorial quedaron relegadas a la sombra del olvido histórico. El resultado: un país independiente solo en el papel, pero sumido en una dictadura que ha oprimido a sus ciudadanos durante décadas.
El caso de Annobón es aún más drástico. Una isla remota, marcada por su marginalidad étnica y geográfica, fue doblemente abandonada: primero por un sistema colonial que la explotó, y luego por una dictadura que la reprime y silencia. Hoy, el pueblo annobonés vive incomunicado, bajo censura y represión, en una situación que exige atención y acción
Es hora de que España reflexione sobre este déficit histórico y recupere su compromiso con la justicia internacional. No basta con celebrar 50 años de democracia sin preguntarse por el legado pendiente con Annobón y otras excolonias. La democracia no está completa mientras se ignore el sufrimiento de aquellos que fueron parte de su historia.
Denunciar una violación de derechos humanos sucedida en el pasado es un acto necesario, pero también fácil. Lo difícil es alzar la voz contra esas mismas violaciones cuando están ocurriendo en el presente. Este es el desafío que enfrenta España al conmemorar 50 años de democracia.
Mientras se investigan y divulgan los logros democráticos y el legado de la dictadura franquista, el pueblo annobonés sigue siendo víctima de un sistema violento que mata lentamente. La represión en Annobón incluye secuestros nocturnos, torturas y censura absoluta, en un esfuerzo deliberado por silenciar las demandas de libertad y soberanía, atravesadas tangencialmente por una fuerte etnofobia.
Annobón necesita solidaridad y acción. El verdadero acto de valentía no está en juzgar el pasado, sino en actuar contra las injusticias del presente. Hoy, España tiene la oportunidad de demostrar que sus 50 años de democracia también son 50 años de compromiso con los derechos humanos en el mundo.