A comienzos del año 1984, llegó a Annobón desde Malabo a bordo del entonces buque de Guinea Ecuatorial Acacio Mañé Elá un hombre cuya identidad completa nunca fue revelada. Solo se conoció su apellido: Pino. Así se presentó ante las autoridades y sus colaboradores, aunque pronto fue apodado por la población local como el hombre rana, por su rutina diaria de sumergirse en las aguas cristalinas de la isla desde las 7:00 de la mañana hasta pasadas las 17:30 o 18:00.
Según confirmaron entonces autoridades locales, el hombre procedía de Argentina y permaneció en Annobón durante más de seis meses. Su misión consistía en estudiar la plataforma continental submarina que rodea la isla, con el objetivo de diseñar un mapa detallado que identificara los bancos de peces en la zona. De acuerdo con sus propias palabras, ese mapa serviría para preparar la llegada de una empresa argentina que pretendía instalarse en la isla.
El trabajo del argentino consistía en señalar especies de valor industrial y comercial. El proyecto de su compañía incluía establecerse en Annobón para realizar capturas regulares, abastecer con ellas tanto a Guinea Ecuatorial como a otros países de la costa africana, y procesar parte de la pesca en forma de embutidos.
Una vez concluidos los estudios submarinos, el señor Pino regresó a Malabo en el siguiente barco estatal, el mismo que lo había llevado a la isla meses antes. Desde entonces, no se volvió a saber de él en Annobón.
Años más tarde, se conoció que, tras su regreso, el régimen neocolonial de Teodoro Obiang Nguema comunicó a la empresa argentina que, si deseaba instalarse en el país, debía hacerlo únicamente en Malabo o Bata, prohibiéndole operar desde Annobón. La empresa rechazó la propuesta, y desde entonces el proyecto quedó truncado. Ni en Annobón ni en el resto del país se volvió a mencionar oficialmente al buceador argentino ni a sus investigaciones.
Así, una vez más, Annobón fue marginada y relegada al olvido. Pese al potencial económico y ecológico que representa su entorno, el régimen de Obiang impuso el centralismo como norma y negó a la isla la posibilidad de desarrollo propio. El mapa submarino trazado por el argentino Pino quedó en el olvido, como un testimonio silenciado de lo que pudo haber sido: una oportunidad para que Annobón avanzara con autonomía y dignidad.