En medio de epidemias, hambre, aislamiento y represión, ocho hombres annoboneses se lanzaron al océano en busca de auxilio internacional. Medio siglo después, su hazaña ha quedado registrada en documentos del Departamento de Estado de Estados Unidos, desclasificados y difundidos por WikiLeaks. La historia del Kindjadja no solo es una prueba del coraje del pueblo de Annobón, sino también una denuncia global del abandono criminal al que fue sometido históricamente, primero por la dictadura de Francisco Macías Nguema y luego por la de Teodoro Obiang Nguema Mbasogo.
1973-1974: Epidemias y exterminio silencioso
La tragedia comenzó con dos epidemias que arrasaron la isla: cólera en 1973 y sarampión en 1974. Cuando apenas habían transcurrido cinco años desde la creación de Guinea Ecuatorial y la anexión forzosa de Annobón, el aislamiento histórico y sistemático que sufría la isla y su población se intensificó aún más. A pesar de la reciente independencia, Annobón quedó sumida en un profundo olvido, agravando su marginación. Este abandono dio lugar a la aparición de condiciones propicias para la catástrofe. De hecho, según la documentación, «Annobón pertenece a Guinea Ecuatorial solo de nombre».
Los brotes llegaron en sendas visitas del buque de Guinea Ecuatorial Acacio Mañé Elá, procedente de Malabo sin control sanitario. Muchos viajeros de la capital presentaban síntomas, pero a pesar de ello, el gobierno obvió, en ambos casos, el riesgo que suponía para la población annobonesa.
Cuando la noticia de dicha catástrofe llegó al gobierno de Macías, éste respondió que tal situación le corresponde resolverla al pueblo de Annobón y que en Guinea Ecuatorial no se registraba ninguna enfermedad, además afirmó: “Que cada pueblo se haga cargo de sus problemas”.
Más de cuatrocientas personas murieron por cólera, y más de quinientos niños perdieron la vida durante el brote de sarampión. El Estado guineoecuatoriano, bajo el mando del dictador Macías Nguema, no solo se desentendió, sino que impidió toda ayuda humanitaria. La Cruz Roja fue vetada y el único barco de conexión con el continente, el Acacio Mañé Elá, dejó de llegar.
Annobón fue condenada al olvido, sin medicamentos, sin alimentos, sin comunicación, sin esperanza.
1975: El Kindjadja y la travesía por la vida
Fue entonces cuando, movidos por la desesperación, ocho hombres annoboneses decidieron desafiar al Océano Atlántico a bordo de un cayuco al que bautizaron como Kindjadja. Llevaban consigo documentos, cartas, peticiones y botellas con mensajes que arrojaron al mar durante la travesía, con la esperanza de que algún barco internacional las encontrara.
Remaron durante siete días hasta alcanzar las costas de Gabón, donde fueron recibidos por el presidente Omar Bongo y escuchados por la comunidad internacional. Su mensaje había llegado.
Uno de los documentos diplomáticos dado a conocer por WikiLeaks y fechado el 14 de septiembre de 1976, confirma que una delegación de Annobón se presentó ante la Embajada de Estados Unidos en Libreville. Allí entregaron una carta manuscrita dirigida al presidente Gerald Ford, exponiendo la situación de abandono de la isla y solicitando ayuda, especialmente medicinas para combatir el cólera, el sarampión y la polio.
“Annobón estaría dispuesta a separarse de Guinea Ecuatorial si fuera posible, pero su causa no es la secesión sino la simple supervivencia”, afirmaron los delegados ante la Embajada estadounidense, según el cable publicado por WikiLeaks, remarcando la idea de una independencia que se declararía unilateralmente recién en 2022.
También relataron que, durante dos años, habían enviado mensajes de auxilio por radio a Malabo sin obtener respuesta, salvo una embarcación que llegó con herramientas agrícolas que pretendían venderles a los nativos a cambio de dinero, aunque en la isla no quedaba ningún recurso económico.
El documento también revela que, ante la negativa del gobierno de Estados Unidos de intervenir directamente, los annoboneses pidieron que al menos se informara a los capitanes de barcos pesqueros estadounidenses -como los de las flotas de StarKist, Del Monte y Zapata Ocean Resources- que la isla necesitaba con urgencia comida, medicinas y útiles escolares.
La embajada sugirió al Departamento de Estado contactar, al menos informalmente, a estas empresas pesqueras o a organizaciones religiosas para entregar ayuda humanitaria con destino a Annobón.
La respuesta del régimen: esclavitud, sangre y desapariciones
El coraje del Kindjadja tuvo una consecuencia inmediata: el terror. En 1976, la dictadura de Macías respondió con brutalidad. Ordenó la represión total de la isla. Todos los hombres annoboneses mayores de 15 años fueron secuestrados, torturados, despojados de sus bienes y deportados a la isla de Fernando Poo (actual Bioko), donde fueron forzados a trabajar en las plantaciones de cacao y café bajo condiciones de esclavitud, a punta de fusil y sin ningún derecho.
Annobón quedó desierta de hombres. Solo quedaron niños, ancianos y mujeres. Muchos de los deportados jamás volvieron. Murieron en el anonimato, sin que hasta hoy se haya informado del paradero de sus restos. Las familias quedaron rotas y desamparadas.
Durante los años que siguieron, no hubo un solo nacimiento en la isla. Entre 1976 y 1979, Annobón fue convertida en un páramo humano. Sin hombres, sin esperanza, sin futuro. Los milicianos de Macías aprovecharon ese vacío para ejercer una ocupación brutal: quemaron cultivos, saquearon viviendas y cometieron violaciones sistemáticas contra mujeres y niñas, algunas incluso delante de sus familias.
1978: los naufragios del hambre
En 1978, un grupo de trece personas de hombres jóvenes y adultos, empujados por la miseria extrema, intentó repetir la gesta del Kindjadja. Desde el pueblo de Awal, divisaron barcos pesqueros (Muxê) faenando cerca de la isla. Trece hombres salieron en busca de ayuda. Ocho murieron en el mar. Solo cinco lograron sobrevivir. El océano, una vez más, se convirtió en tumba.
El regreso del Kindjadja y el inicio de una nueva dictadura
Cinco años después de la histórica travesía, en 1980, los ocho sobrevivientes del Kindjadja regresaron a Annobón, tras el derrocamiento de Macías Nguema y el ascenso de su sobrino, Teodoro Obiang Nguema. Su vuelta coincidió con la llamada “liberación” del país, aunque el nuevo régimen no tardaría en continuar la represión y consolidarse como una de las dictaduras más longevas y corruptas del planeta.
La historia del Kindjadja es la historia de un pueblo valiente, abandonado y silenciado. La publicación del documento de 1976 por parte de WikiLeaks ofrece una confirmación oficial del drama annobonés, pero también pone en evidencia el silencio cómplice de muchas potencias y organismos internacionales.
Hoy, recordar esta hazaña no es un ejercicio de nostalgia, sino de justicia. Los nombres de aquellos ocho hombres, su coraje, y el precio que pagaron sus familias, no pueden quedar enterrados en los márgenes de la historia. Que esta memoria sirva como antídoto contra el olvido y como llamado urgente a la comunidad internacional: el pueblo de Annobón sigue esperando justicia.