En un nuevo episodio de la agresión sistemática contra el pueblo de Annobón, ayer fue capturado un cocodrilo en la desembocadura del río Ábobo, un pantano que se ha formado por el vertido de agua contaminada y estancada, obra de la empresa fantasma SOMAGEC. Este reptil es parte de una serie de especies invasoras introducidas por el régimen de Teodoro Obiang Nguema Mbasogo con el objetivo de destruir el frágil ecosistema de la isla.
Annobón, una isla conocida por su biodiversidad y su resistencia histórica frente a la opresión, está ahora siendo atacada por el mismo régimen que lleva décadas asfixiándola políticamente. La introducción de especies como serpientes, caballos, caimanes y ahora cocodrilos forma parte de una estrategia que busca, no solo aterrorizar a la población, sino también acelerar la degradación ambiental en la región. Sin hospitales, medicinas, ni antivenenos, los annoboneses enfrentan una realidad brutal: la devastación de su entorno sin medios para defenderse.
Destrucción ambiental como herramienta de control
La captura del cocodrilo es solo un ejemplo de la amenaza más amplia que enfrenta la isla. El régimen de Obiang ha sido señalado previamente por utilizar el ecosistema de Annobón como un campo de pruebas para su opresión. La introducción deliberada de animales ajenos a la isla representa un acto calculado para alterar el equilibrio natural, una táctica que busca quebrar la moral de los annoboneses al destruir sus recursos naturales. Estos animales, sin depredadores naturales y en un entorno sin control, representan una competencia peligrosa para las especies locales, y ponen en riesgo la subsistencia de las comunidades que dependen de un delicado equilibrio ambiental.
El colapso ambiental y la represión humana
Annobón ha sido víctima de décadas de explotación, desde los tiempos de la colonización española hasta la dictadura actual. Ahora, bajo la ocupación militar de Guinea Ecuatorial, la isla enfrenta un ataque ecológico que podría ser el golpe final para su biodiversidad. Las playas que alguna vez fueron paradisíacas, y los paisajes que sustentaron la vida local, están siendo arrasados.
El pantano de Ábobo, donde se atrapó el cocodrilo, es un símbolo de esta decadencia. El vertido de aguas podridas, la falta de infraestructuras sanitarias y la introducción de especies invasoras son parte de un plan macabro de exterminio, que intenta borrar cualquier vestigio de resistencia y destruir lo que queda de Annobón.
El ataque a la ecología de Annobón no es solo un ataque contra su naturaleza, es un ataque contra su pueblo. Ante la falta de respuestas por parte de la comunidad internacional, se debe hacer un llamado urgente para denunciar estas prácticas destructivas y exigir que se tomen medidas para proteger tanto a los annoboneses como a su entorno natural. La historia de resistencia de la isla no puede terminar en el silencio de una destrucción ambiental premeditada.