En el corazón del Golfo de Guinea, la pequeña isla de Annobón, envuelta en belleza natural y una historia de resistencia, enfrenta una grave crisis humanitaria. Ahora, la dictadura ha dejado a la isla sumida en la oscuridad total, exacerbando la difícil situación que enfrenta su población.
Desde hace una semana, los habitantes de Annobón se encuentran en completa oscuridad. La excepción se encuentra en el campamento militar Fang, donde la electricidad funciona ininterrumpidamente como símbolo de la opresión que sufren los annoboneses. La falta de combustible ha dejado a la isla sin suministro eléctrico, privando a los nativos de una necesidad básica en su día a día.
Históricamente, la isla ha enfrentado la marginalización y la explotación por parte del gobierno ecuatoguineano. En ese marco, la población de Annobón ha vivido en condiciones precarias, con un suministro eléctrico limitado –disponible solo para algunos hogares de San Antonio de Palé, entre las 19.00 y las 6.00- que ahora ha sido completamente interrumpido como forma de castigo por su proclamada independencia.
A raíz de esta situación -que se suma a la falta de atención médica y el acceso limitado a recursos básicos-, familias enteras se han visto obligadas a dormir en la playa debido al calor sofocante en sus hogares y la proliferación de mosquitos en la oscuridad de la noche.

Vale recordar que, hace algunas últimas semanas, el pueblo de D’Ambô ha propiciado medidas de protesta -negándose a pagar por un servicio eléctrico que no reciben-, que finalmente no prosperaron debido a la intervención de la dictadura. A pesar de ello, la isla continúa clamando por ayuda y solidaridad en medio de la opresión y el abandono.
La crisis en Annobón no puede ser ignorada. Es hora de que el mundo preste atención a esta isla olvidada en la oscuridad y se una en solidaridad con su lucha por la libertad y la dignidad humana.