El youtuber argentino Un Topo por el Mundo relató en un video lo que calificó como “una de las peores experiencias” de su vida al visitar la isla de Annobón, bajo control del régimen de Teodoro Obiang Nguema Mbasogo. Su testimonio expone la realidad de represión, censura y miseria que atraviesa el pueblo annobonés.
“Me revisaron absolutamente todo lo que grabé. Y no solo eso, sino que me borraron material… empezaron a ver fotos personales mías, íntimas, y las borraban. Todas aquellas donde se ve el pueblo, donde se notaba la pobreza”.
El viajero contó que fue hostigado desde el primer día por el comisario local: “Me subió a su auto, me llevó hasta la residencia donde estaba parando, me pide el pasaporte, me empieza a interrogar… A partir de ahí no me los pude sacar más de encima. Todo el tiempo estaba marcándome la cancha”.
Según relata El Topo, la censura del régimen fue total: “Lo que dejaron de mi filmación fueron imágenes de la playa, alguna que otra de la plaza… No querían que haya imágenes que muestren pobreza. Buscan tapar el sol con la mano”.
Miseria, desabastecimiento y censura
El panorama que encontró en Annobón revela el aislamiento sistemático y hambre que viene siendo alertado por el Gobierno de la República de Annobón: “Las góndolas del supermercado están prácticamente vacías. No hay agua potable en las casas, la gente va con baldes a los manantiales. La electricidad solo funciona de 7:00 de la tarde a 5:00 de la mañana. Están desprovistos de todo”.
Además, agregó, la incomunicación es deliberada: “El internet no es que no llega: está cortado adrede. El año pasado hubo protestas por la situación de vida y el Estado guineano decidió cortarles el internet para que no tengan lazos con el extranjero. Es represión pura”.
Incluso quienes hablaron con él fueron perseguidos: “Todas las personas que hablaron conmigo al otro día fueron a declarar a la comisaría. Personas que me recibieron en su casa tuvieron que ir a explicar por qué me estaban albergando”.
Muerte por hambre
En otro lapso del video, El Topo contó una tragedia que le toco vivir en persona: “Me puse a charlar en la plaza y uno me cuenta que venía de un velorio de una persona que murió en el altamar pescando. ¿Qué le pasó? El tipo se sentía mal, pero de todas maneras salió a pescar”.
“Todos dirán: ‘Uy, pero cómo va a salir a pescar sintiéndose mal’. Y claro, ¿qué otra cosa iba a hacer si tenía que comer? Si no salía a pescar, se moría de hambre”, agregó. Y resumió: “Sale a pescar, se descompone porque estaba vaya a saber uno teniendo qué enfermedad, muere en la lancha en altamar, lo tienen que traer. Bueno, todo un tema. Y el tipo tenía 53 años».
Tal y como lo cuenta El Topo, “no es solamente tener la infraestructura, sino también poder tener el plato de comida todos los días, cosa que en Anobón es un problema”.
Cáscara vacía
Otro de los contrastes más evidentes de la visita fue el único hotel de la isla, levantado como vitrina turística del régimen desde hace años y nunca inaugurado. Allí, en lugar de generar trabajo para los annoboneses, se emplea exclusivamente a personal extranjero.
A pocos metros, la otra presunta “obra de desarrollo” está reducida a un cascarón vacío: la fábrica de atún, que en teoría iba a dar empleo y dinamizar la economía local, permanece abandonada y sin actividad. Esto expone las falsas maniobras publicitarias del régimen, mediante las que aseguraban que la fábrica de atún se encontraba en plena producción.
Se trata, en suma, de dos símbolos del abandono: uno sirve para exhibir una falsa imagen de prosperidad hacia afuera, el otro es un monumento a las promesas incumplidas.
Abusos de poder
El propio comisario de la isla, que lo vigilaba de forma constante, protagonizó escenas alarmantes: “Pasabas 11:00 de la mañana y lo veías tomando cerveza con sus colegas policías en un bar. Manejaba el auto bebiendo alcohol y me decía: ‘Esto no es Europa’”.
Pero lo más grave: “Un día me viene a buscar en el auto y atrás había una chica. Le pregunto quién era y me dice: ‘Es una chica con la que ando’, pero dudo yo de la mayoría de edad de esa chica”.
El balance final del viajero argentino es contundente: “Bien no se vive. La población anobonesa tiene una calidad de vida bastante mala. No hay infraestructura, no hay comida, no hay internet, no hay libertad. El Estado debería mejorar la calidad de vida de la población, pero lo único que hacen es censurar, controlar y esconder la pobreza”.