Nuno Pimentel, empresario y ciudadano portugués, sobrevivió a la prisión de Black Beach tras ser secuestrado, torturado y extorsionado por el régimen de Teodoro Obiang Nguema Mbasogo en Guinea Ecuatorial. En su testimonio, confirma haber compartido celda con los annoboneses detenidos y denuncia las condiciones inhumanas que padecieron.
Lo que comenzó como un emprendimiento privado en el sector pesquero y tecnológico en Guinea Ecuatorial, terminó para Nuno Pimentel en un secuestro prolongado, múltiples sesiones de tortura y una reclusión ilegal en la temida cárcel de Black Beach. Según relató el empresario, su detención respondió al interés de la familia presidencial en apropiarse de sus empresas. “Me quitaron el barco, el dinero, entraron a mi casa, me torturaron delante de mi familia”, denunció.
Sin embargo, lo más llamativo de su relato tiene que ver con los annoboneses con los que compartió celda: “Pasé más de siete meses en prisión con libertad concedida. Como los annoboneses, que estaban ahí, secuestrados. Estaban conmigo. Personas mayores, tratadas con brutalidad. Ellos saben las condiciones. Hambre, tortura, prohibición de visitas, sin aire, sin atención médica. Todo era una pesadilla”.
En un espacio de apenas 15 metros cuadrados, 34 personas convivían sin acceso a agua potable, atención médica ni contacto con el exterior. La alimentación se limitaba a “pan sin mantequilla y leche condensada”. Nuno perdió más de 30 kilos y fue obligado a pagar sus propios medicamentos a través de familiares que sobornaban a los militares.
El caso annobonés, reflejo de una política sistemática de represión
El testimonio de Pimentel aporta una nueva confirmación de las graves denuncias sobre la situación en la isla de Annobón. Desde hace meses, líderes civiles annoboneses han sido perseguidos, secuestrados y trasladados a Black Beach por haberse opuesto a la devastación ambiental provocada por el régimen y por exigir respeto a los derechos fundamentales de su pueblo.
Organizaciones como Human Rights Foundation (HRF), EGJustice, Access Now y la Organización de Naciones y Pueblos No Representados (UNPO) vienen denunciando estas detenciones ilegales y exigiendo su liberación inmediata. Días atrás, la Organización de las Naciones Unidas emitió una resolución contundente respaldando a los annoboneses secuestrados, en la que exigió el fin de las detenciones ilegales, reparación histórica y difusión mediática del caso.
Una red de complicidades internacionales
Pimentel no solo denuncia al régimen ecuatoguineano, sino también a actores internacionales. Acusa al gobierno portugués de haber colaborado con la dictadura, al exigirle el pago de 52.000 euros para obtener su liberación, a pesar de contar con una orden judicial a su favor. “Esto es una instrucción. Es colaborar con la dictadura. Yo no estaba en la cárcel por ninguna deuda. Ellos me debían a mí”, sostiene.
Hoy, su denuncia fue elevada ante la Corte Penal Internacional, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU y la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP), donde pidió formalmente la expulsión de Guinea Ecuatorial por las violaciones sistemáticas de derechos humanos.
“Yo no morí porque los medios internacionales sabían de mí. Pero sufrí muchísimo. Dormía sobre el suelo, en el calor, rodeado de otros presos, sin atención médica, sin derechos. A mí me dejaron secuelas, una parálisis en la mano izquierda, una bacteria que no se va”, concluyó con emoción.